Historia de Autolaceración- Primer Capítulo
Mi historia de autolaceración empieza con una búsqueda de paz y libertad. Existe una multitud de términos para lo que hice; auto-lesión, auto-mutilación, y cortaduras, para nombrar unos cuantos. He escuchado definirlo como el infligir heridas intencional y directamente en la piel sin una intención suicida. Usted puede llamarlo búsqueda de atención o incluso locura. Yo lo llamaba un escape. Para mí, el autolacerarme se convirtió en un intento para detener el bombardeo de emociones, depresión, y ansiedad -- para escapar de los pensamientos acusadores que me asediaban. Era un intento de encontrar un momento de paz y libertad.
Nunca consideré la libertad como algo que yo merecía. La libertad les pertenecía a las personas buenas, no a las personas como yo.
Después que mi madre murió, como resultado de una larga batalla con el cáncer, yo tuve que cuidar de mi familia. Me convertí en la madre de mis hermanos menores, de seis, cuatro, y tres años de edad. Cuando otras niñas de mi edad jugaban con muñecas Barbie, yo estaba haciendo la cena y enseñando a leer a mi hermano más pequeño. Desarrollé la habilidad de evadir a mi padre borracho, y lloraba hasta quedarme dormida sin despertar a nadie. Mi padre recurrió al alcohol y se volvió abusivo conmigo. Me decía que era una niña horrible-- una niña que no merecía felicidad ni amor. Aprendí a aceptar que me lanzara a través del cuarto y besaba mis propias heridas para que sanaran.
A la edad de once años o doce, descubrí los desórdenes de alimentación, y la anorexia se convirtió en mi mejor amiga. A los trece, la bulimia entró en mi vida. Con estos nuevas "amigas," la poca dignidad y autoestima que alguna vez tuve parecieron evaporarse... aterrorizadas. No hace falta decir que la anorexia y la bulimia no tardaron en introducirme al mundo de la autolesión.
Historia de Autolaceración - El por qué detrás de la Sangre
Mi historia de autolaceración progresó rápidamente en cuanto cumplí quince años. No era nada grave, sólo un pequeño rasguño en el muslo. Me dije que no había nada de qué preocuparse. Pronto, las cortaduras comenzaron a ser más y más profundas. Cuanto peor me sentía, más profundas tenían que ser las cortaduras. A menudo miraba la sangre y pensaba, "Esto es lo que me duele." Todo cobraba sentido. Después de sólo unos pocos meses, mi padre me sorprendió. Me dijo que me fuera y que no regresara jamás. Perdí al único padre que me quedaba, y esto me destruyó. Mis pensamientos se volvieron más dañinos y controladores. Finalmente me rendí y dejé que la autolesión controlara mi vida.
Aparté a mis amigos y me ocultaba en cuartos de baño para poder estar sola con mi cuchillo. Ese pedazo de metal significaba todo para mí. Lo llevaba conmigo y a menudo lo tenía en mi mano. Me hacía sentir bien. Sabía que si tenía mi cuchillo, nada tenía poder para herirme como yo podía hacerlo. Yo misma era mi peor enemiga -- perpetradora y víctima al mismo tiempo.
Usualmente un acosador es castigado, pero en esta ocasión no podía serlo, porque la víctima cooperaba con él. Ese acusador trabajaba duro, recordándome siempre las palabras que había aprendido de niña - que merecía sufrir y que necesitaba castigo. Nunca me di cuenta de que alguien me estaba observando y oraba por mí, alguien que eventualmente se convertiría en mi amigo más íntimo.
Historia de Autolaceración - Encontrando Mi Rescate
Después de sentirme aislada y rechazada por años, Anita me enseñó que había personas que se preocupaban por mí y me amaban. Me dijo que había Alguien que lloraba conmigo -- Alguien que lo que más quería era "enjugar cada lágrima de mis ojos." Su nombre es Jesús.
Anita me invitó a un servicio de jóvenes, en donde me enamoré de Jesús y conocí a algunos de mis más grandes apoyos: Jody y Sammy. Esos tres fueron extraordinarios y les estaré eternamente agradecida. Hicieron mucho más de lo que debían por mí. ¡Por mí! Anita vendó mis cortaduras, aunque a ella no le gustaba ver sangre. Jody se desveló noches, conversando conmigo, incluso cuando tenía que levantarse temprano. Sammy me persiguió cuesta abajo por una colina cuando traté de suicidarme, aunque ella ni siquiera me conocía. Ellos atravesaron conmigo mis peores días y jugaron un papel enorme en hacer de mí la persona que soy hoy en día.
Creo que hasta el día de mi muerte recordaré exactamente lo que sucedió cuando la verdad estalló dentro de mí y me libertó. Estaba de pie cantando "Más Que la Vida," de Hillsong United, durante un servicio de los jóvenes, cuando comencé a orar a Dios. Oré por el perdón de todo lo que había hecho, y para que Dios entrara a mi vida y me transformara. Sentir el poder de Dios por primera vez, me asustó. Dí un respingo y me aparté de Él, pero Dios me quería demasiado como para dejarme escapar otra vez. Ha pasado casi un año desde la noche en que acepté a Jesús como mi Salvador. ¡Estoy asombrada de los cambios que ya ha hecho en mí! Ahora sé que mi vida no es un desperdicio. Sé que valgo.
¡Todos somos valiosos! Dios consideró el precio por nuestros pecados, nos miró, ¡y pensó que lo valíamos!
Ahora creo firmemente que Dios jamás nos abandonará de la manera que nuestra familia o los amigos podrían hacerlo. Todos nosotros tenemos momentos en que sentimos que no podemos ver a Dios, pero aunque estemos conscientes de ello o no, Él está siempre allí, con nosotros. Incluso si nosotros mismos no nos queremos, incluso si hacemos cosas que le duelen, Dios nos ama más de lo que jamás podemos imaginarnos. Él prometió que nunca nos dejará, incluso en los momentos más difíciles. "Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas," declara David (Salmo 147:3).
Historia de Autolaceración - Un Nuevo Mejor Amigo
Dios sabe lo que es sufrir. Jesús Mismo porta las cicatrices de Su dolor, y “por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Él sabe lo que es sentirse solo, herido, y asustado. Somos tan especiales para Él, que Jesús sufrió y murió en la cruz para liberarnos de todas las cosas horribles que el mundo nos arroja.
Dios no espera perfección de nosotros, sólo quiere que lo amemos y le entreguemos nuestros problemas. Él nos creó y nos conoció aún antes de que naciéramos, y cada uno de nosotros es increíblemente valioso para Él.
Jesús dijo “¿no se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aún vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 10:29-31).
He aprendido muchas lecciones importantes desde que me convertí en una hija de Dios, pero ésta la considero la más esencial para mi vida. Y es que la vida es siempre mejor sin una navaja ocupando el lugar del “mejor amigo.”
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