¿Por Qué a Mí, Dios? — Una Pregunta Común
Estoy seguro que te preguntas, “¿Por qué a mí, Dios?”, porque algo te ha sucedido que ha provocado que te sientas de alguna manera señalado. Es probable que sientas que Dios debe estar castigándote por alguna razón. ¿Por qué más podría estar sucediéndote esto a ti? Dalo por sentado, no estás solo, Dios no te ha abandonado y no te ha aislado. Sin importar cómo te sientas este momento. Por cualquier cosa que estés atravesando, la promesa de Dios es que él te verá y te dará la fortaleza y dirección necesarias. Dios quiere que sepas que él entiende cómo sientes, que él sabe más sobre tu situación que tú y que él la vio venir antes que tú lo hicieras. Sobre todo, él comenzó a obrar en su solución antes de que tú siquieras supieras qué pedir. La realidad es que Dios está para ti. Él no está en contra tuya.
¿Por Qué a Mí, Dios? — Un Sistema de Creencia Errado
Nuestros sentimientos de “¿Por qué a mí, Dios?” son reales. Se basan en eventos reales, pero nuestras conclusiones pueden no ser acertadas. Aunque no queremos minimizar de ninguna manera el dolor que sientes, sí queremos tratar de ayudarte a ver más cercanamente el porqué te sientes aislado y si es que has llegado o no a una conclusión válida. Las respuestas al porqué concluimos algo e incluso al porqué cuestionamos la intención o propósito de Dios en cualquier evento, puede ser encontrada en nuestra red de creencias altamente individualizada.
Absorbemos las creencias de nuestros padres, maestros, experiencias vividas, libros, etc. Algunas cosas que hemos llegado a creer, podrían sonar correctas, pero en realidad, nuestras perspectivas pueden también ser estrechamente definidas o inexactas. Hemos comprado muchas ideas y conceptos que distorsionan nuestro correcto pensar y en realidad trabajan en contra de nosotros. Por ejemplo, hemos aprendido falsedades que causan que vivamos el rol de víctimas, ya sea por las circunstancias o por nuestro pasado. Estas creencias erradas, provocan que imploremos de dolor: “¿Por qué a mí, Dios?”
La respuesta de Dios es que no somos víctimas, sino victoriosos. Dios ha dicho que podemos confiar en él en todo y cada evento de nuestras vidas, debería contar como TODA dicha (Santiago 1:2). Él también nos ha dicho que provocará cosas buenas de cada situación para aquellos que le aman (Romanos 8:28). Cuando le preguntamos “¿Por qué a mí, Dios?”, es realmente porque no le creemos. Nuestro sistema de creencia se opone a Dios, así que nos sentimos señalados y victimados.
La mayoría de nosotros cree, por lo menos en algún nivel, que necesitamos entender todo. Simplemente necesitamos saber por qué. Cuando no lo hacemos, es posible que sintamos que Dios nos ha traicionado de alguna manera. En realidad, no es Dios quien nos está confundiendo o traicionando, es nuestro sistema de creencia. Todas aquellas creencias inconsistentes y parcialmente correctas, hacen que cuestionemos la justicia de Dios por lo que estamos experimentando. Por ejemplo, en algún lado de nuestro sistema de creencia, es posible que hayamos llegado a creer que merecemos ser bendecidos porque hemos sido diligentes en honrar a Dios. Hemos sido buenas personas, alimentado al hambriento o ayudado a nuestro prójimo. A menudo creemos que las cosas que hacemos deberían evitarnos el mal. Entonces, cuando algo malo nos sucede, estamos confundidos y le preguntamos a Dios por qué.
¿Por Qué a Mí, Dios? — Cambiando Nuestro Pensamiento
Cuando algo que sucede nos toca profundamente, a menudo preguntamos: “¿Por qué a mí, Dios?” Somos rápidos para juzgar el evento como bueno o malo. ¿Qué tal si estamos dispuestos a eliminar la posibilidad de que cualquier cosa que nos sucede es inherentemente mala y escogemos creer que todo lo que nos sucede es siempre bueno? ¿Creen que es imposible? Tiene que ser lo uno o lo otro, ¿no es así?
Los sistemas de creencia pueden cambiarse. Cuando descubrimos que algo que hemos creído, incluso por un largo tiempo, ya no es válido, ¿no podemos sencillamente cambiar nuestra mente y acoger íntegramente el nuevo? Si tú estás llorando “¿Por qué a mí, Dios?”, debes creer que hay un Dios ahí afuera que te escucha y tienes la esperanza que te responderá. Es posible que haya habido un tiempo en el que no creíste en lo absoluto que había un Dios. Si cambiaste de opinión y abriste tu vida a Dios, entonces también puedes cambiar tu mente sobre juzgar los eventos como malos para ti.
Cuando elegimos creer que TODOS los eventos en nuestra vida son buenos para nosotros, incluso aquellos que parecen frustrantes y dolorosos ahora, estamos de acuerdo con Dios. Cuando elegimos creer y confiar en Dios y en que siempre habrá un buen final, ¡estamos confiando en él! Solo Dios sabe por qué estamos atravesando estas circunstancias. Nuestro diálogo con Dios será “Dios, esta va a ser una interesante jornada. Estoy interesado en ver cómo vas a sacar algo bueno de esto. Confío en que lo harás”.
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